Una mujer en busca del deseado equilibrio entre cuerpo y espíritu
Comer,
rezar y amar es un libro publicado el 16 de febrero de
2006, escrito por la reconocida Elizabeth Gilbert. En esta ocasión crea una novela
autobiográfica basada en una mujer exitosa que un día se preguntó qué deseaba
realmente en su vida, y decidió dejarlo todo para viajar durante un año. Y así
fue como comió en Italia, rezó en India y amó en Indonesia.
La protagonista, Elizabeth, vivía
en Nueva York, una mujer de treinta y tantos años que no lograba ser plenamente
feliz y no encontraba otro modo de solucionarlo que rezándole a dios. Después de
varios años de matrimonio afronta su desastrosa relación con su esposo y decide
divorciarse. Al poco tiempo se vuelve a enamorar de un hombre más joven que ella,
pero la relación tampoco funciona. Luego de un divorcio seguido de un desengaño
amoroso, Elizabeth se encuentra en plena crisis emocional y espiritual y decide
comenzar un largo viaje en búsqueda de su interior. Ella comienza por Roma, donde
descubre una ciudad hermosa y queda fascinada de la comida, allí se enfoca en la búsqueda
del placer. Luego sigue su recorrido por la India, donde encuentra lugares
sagrados y personas increíbles con las que se sumerge en el mundo de la meditación,
su viaje se basa en la búsqueda de la devoción. Después de ese recorrido, Elizabeth
se sentía distinta desde la “cabeza hasta la entrepierna” pero igual decide continuar su búsqueda y
viaja hasta Indonesia. Para ella era el viaje más disparatado ya que iba en búsqueda
del equilibrio entre su cuerpo y su espíritu pero no conocía a nadie y no sabía
qué hacer, hasta que un nuevo hombre se cruza en su camino.
Este libro lo recomiendo ya
que muestra una intensa y divertida reflexión sobre el amor en sus diferentes
formas. Lo que más me atrapó fue como una mujer decidió viajar por el mundo en busca de su felicidad abandonando Nueva York sin tener miedo. Además la protagonista
describe los lugares donde viaja de una manera increíble, generándole al lector
ganas de conocerlos.
Agustina Castro
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