Amores sabrosos
Este libro no fue una elección
mía, sino una propuesta de nuestra Profesora de Literatura que logró que lo
leyéramos para la materia. No tenía idea
de que se trataba, lo único que sabía era que la comida estaba
involucrada. A medida que fui avanzando
en su lectura, descubrí que se trataba de mucho más que de recetas o formas de
preparar un plato… Expresar emociones a través de la comida, ¿suena raro, no? Pero
justamente eso es lo que la protagonista lograba con sus preparaciones.
Tita era una joven que había crecido
prácticamente en la cocina; su nacimiento fue entre cebollas, sobre la mesa de
la cocina. Sin dudas la cocina era su
lugar en el mundo. Su familia estaba formada por Mama Elena y sus dos hermanas
Rosaura y Gertrudis. Tita, al ser la
menor de las tres hijas, tenía prohibido casarse para cuidar a su madre hasta
que ésta muriera (lindas tradiciones familiares...).
Tita estaba enamorada de Pedro, pero
la tradición de la familia Garza no les permitía casarse, por lo que Pedro,
para estar más cerca de ella, decide casarse con su hermana Rosaura.
La novela muestra una sociedad llena
de prejuicios hacia la mujer y refleja también con crudeza la opresión a la que
está sometida en el contexto histórico en el que transcurre.
Esta historia, contada entre de
recetas de cocina, me cautivó, me mantuvo atrapada en sus páginas en todo momento, y en más de una ocasión
me descubrí evocando sabores… Original, consigue de manera extraordinaria,
relacionar emociones y sensaciones, con recetas de comida.
“Cuando Tita sintió sobre sus hombros la ardiente mirada de Pedro,
comprendió perfectamente lo que debe sentir la masa de un buñuelo al entrar en
contacto con el aceite hirviendo”.
La comida lograba expresar
perfectamente como Pedro la hacía sentir. Sin tocarse, se sentían, se saboreaban
a través de las comidas, mantenían una relación
especial a través de ella.
Surge una manera llamativa de mezclar lo erótico, con la
cocina y el amor…
Ningún amor es imposible. Si un amor tiene que ser, será.
“El amor
no se piensa, se siente o no se siente”.
Milena Szewezyk
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