Los ojos del perro
siberiano de Antonio Santa Ana.
“Es terrible darse
cuenta de que uno tiene algo cuando lo está perdiendo” y es así como el
narrador de la historia forma un vínculo especial con su hermano, Ezequiel, que
es rechazado por su familia por una razón: tiene Sida.
Este libro lo leí
hace tres años y más de una vez, no sólo porque es corto y ágil sino también
por los valores y temáticas que deja la trama: el amor hacia un hermano, la
intolerancia y discriminación por parte de la sociedad frente a una enfermedad,
la fidelidad de los animales, la lucha por la vida y, muchos más, que espero
que descubras cuando lo leas.
Es una historia
conmovedora que nos hace derramar más de una lágrima. Está llena de frases que
nos dejarán pensando sobre la vida y cómo debemos enfrentarla.
“Ninguna enfermedad te enseña a morir. Te enseña a vivir. A amar la vida con toda la fuerza que tengas. A mí el SIDA no me quita, me da ganas de vivir”
No hay mucho más que pueda decir sobre la sinopsis de la novela, solo que, Ezequiel, para alivianar su frustración y depresión adopta un perro siberiano:
Sin embargo, siempre hay personas que nos ayudan a seguir, que nos apoyan hasta
en las peores situaciones. Personas que amamos, pero que nunca terminaremos de
conocer, porque cada persona es un mundo.
-Uno nunca termina
de conocer del todo a las personas, ni aún a las más cercanas [...]. Siempre
hay una zona de cada uno que permanece a oscuras, alejada por completo de los demás. Una zona de pensamientos, de actividades, de cualquier cosa. Pero
siempre hay un lugar de nosotros en el que no dejamos que entre nadie más. Yo
creo que eso es lo que hace a las relaciones con los demás tan interesantes,
esa certeza de que, aunque nos lo propongamos, nunca los vamos a conocer del
todo.
Agustina Geremias
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