martes, 17 de noviembre de 2015

A través de sus ojos...



Los ojos del perro siberiano de Antonio Santa Ana.

     “Es terrible darse cuenta de que uno tiene algo cuando lo está perdiendo” y es así como el narrador de la historia forma un vínculo especial con su hermano, Ezequiel, que es rechazado por su familia por una razón: tiene Sida.
     
     Este libro lo leí hace tres años y más de una vez, no sólo porque es corto y ágil sino también por los valores y temáticas que deja la trama: el amor hacia un hermano, la intolerancia y discriminación por parte de la sociedad frente a una enfermedad, la fidelidad de los animales, la lucha por la vida y, muchos más, que espero que descubras cuando lo leas.

     Es una historia conmovedora que nos hace derramar más de una lágrima. Está llena de frases que nos dejarán pensando sobre la vida y cómo debemos enfrentarla.

       “Ninguna enfermedad te enseña a morir. Te enseña a vivir. A amar la vida con toda la fuerza que tengas. A mí el SIDA no me quita, me da ganas de vivir”

    No hay mucho más que pueda decir sobre la sinopsis de la novela, solo que, Ezequiel, para alivianar su frustración y depresión adopta un perro siberiano:


      Y creo ésta es una de mis frases preferidas, porque los perros son ciegamente fieles a sus dueños, no son capaces de juzgar a nadie y siempre están ahí acompañándote en todo momento, diciendo con una mirada más de lo que puede decirse con palabras.
     Sin embargo, siempre hay personas que nos ayudan a seguir, que nos apoyan hasta en las peores situaciones. Personas que amamos, pero que nunca terminaremos de conocer, porque cada persona es un mundo.


     -Uno nunca termina de conocer del todo a las personas, ni aún a las más cercanas [...]. Siempre hay una zona de cada uno que permanece a oscuras, alejada por completo de los demás. Una zona de pensamientos, de actividades, de cualquier cosa. Pero siempre hay un  lugar de nosotros en el que no dejamos que entre nadie más. Yo creo que eso es lo que hace a las relaciones con los demás tan interesantes, esa certeza de que, aunque nos lo propongamos, nunca los vamos a conocer del todo.



Agustina Geremias 

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